5 de Newyear
La recién nombrada Compañía de los Alegres Sufridores de North Market siguió adentrándose en el corazón de la madriguera de los Hombres Rata persiguiendo al esquivo hombre rata albino. Llegaron a una sala de techo bajo y llena de humedad, en el centro de la misma un enorme charco sucio y no muy profundo presidia la habitación. En una pared, encadenados a una barra en la pared estaban varios hombres y un hombre lagarto, unos vivos y otros muertos. Al parecer, prisioneros.
Siguió un combate con una marabunta de hombres rata que defendían su hogar frente a los invasores. Nuestros protagonistas tuvieron un éxito desigual en sus intervenciones y algunos acabaron inconscientes mientras otros luchaban por mantenerlos con vida. La guarida hombre rata aprovechó para desalojar a las familias mientras los hombres rata más fornidos cubrían la retirada. Finalmente, no quedó hombre rata en la madriguera y la compañía, tras soltar las cadenas de los prisioneros que aún quedaban con vida, volvieron al hogar.
Ya en la casa, los prisioneros liberados se presentaron como Geth Pegote y Reldark Escama-Roja contaron a sus rescatadores sus aventuras y desventuras de los últimos días y cómo habían acabado dando con sus huesos en el frío y húmedo suelo de la guarida de los hombres rata.
El relato de los prisioneros:
“Nos conocimos en la taberna de la Doncella Espectral, en la Plaza de los Buscadores. Tomando cervezas y tras hablar con un par de lugareños decidimos que bajar a las alcantarillas a cazar ratas sería una buena forma de ganarnos unas cuantas monedas de oro… qué equivocados estábamos…
Tras deambular durante horas por las alcantarillas de Ptolus y tener algo más que palabras con un piquete de los supervisores de las mismas, llegamos hasta una zona donde parecía haber hombres rata. La pareja de hombres rata que vigilaban la entrada parecían estar descuidados así que fuimos a por ellos lo más silenciosamente que pudimos. No contábamos con que podía haber más hombres rata escondidos en las sombras y cuando ya nos disponíamos a dar un golpe letal a los guardias, unas saetas surgieron de la oscuridad, hiriéndonos. Un grupo de peludos habitantes de las alcantarillas surgió de la oscuridad y pronto nos redujeron, nos quitaron las armas y contra toda esperanza, nos metieron en su guarida aún vivos.
En el interior de la guarida fuimos arrastrados hasta una gran sala donde un charco inmenso y apestoso dominaba la alargada estancia. Nos encadenaron a una barra metálica en la pared, junto a un par de humanos y un enano. Estuvimos en esas condiciones, casi sin comida ni bebida durante días hasta que algo ocurrió. Un día unas figuras de tamaño humano pero vestidas con túnicas púrpura y a las que no se veía la cara surgieron de entre las sombras, acompañadas por el que parecía el hombre rata líder de la guarida y otro hombre rata, más grande y terrorífico pues sus rasgos humanos estaban más acentuados que en cualquier hombre rata que hubiéramos visto en el pasado. A este último repelente hombre rata no le habíamos visto hasta ahora.
Los visitantes de la guarida
Los dos skaven parecían discutir mientras los encapuchados aguardaban la resolución de la conversación. Al final el hombre rata que había venido con los encapuchados, el que daba escalofríos, pareció llevarse el gato al agua y el líder de la guarido cedió, como dándole la razón. Pronto aparecieron unos cuantos skaven que desencadenaron a los dos humanos que estaban con nosotros y se los entregaron a los encapuchados, quién sabe para qué horrible final. Poco después, aparecieron unas cuantas mujeres rata portando unas carretillas llenas de lo que parecía porquería a simple vista pero que con un examen más detallado resultaban ser unos hongos, parcialmente fluorescentes, que crecían en las paredes de la estancia en la que nos encontrábamos. Con los dos prisioneros y las carretillas llenas de hongos, el skaven fornido y los encapuchados marcharon de la guarida volviendo a dejarnos a solas con nuestros pensamientos… “
Pronto la compañía pensó que estos dos individuos decían la verdad y no tardaron en invitarles a algo de beber y oficializar la unión de ambos grupos bajo el palio de la Hermandad de los Alegres Sufridores de NorthMarket (registro en curso).
Antes de la cena, conocieron a Hanna Piegrande, su vecina, quién acudió a darles la bienvenida al barrio con una suculenta tarta de queso. Les recomendó algún sitio donde comprar comida (entre ellos, su tienda de quesos) y se fue a su casa a preparar la cena a su marido. Varios de los aventureros fueron entonces a comprar esa comida, cogiendo el periódico del día durante el trayecto y enterándose de un puñado de noticias suculentas: la Casa Abanar había puesto precio a la cabeza de un elfo oscuro mago-ladrón que había desvalijado algunas mansiones, unos empresarios halfling habían sido robados (un globo Aero estático) y que la Doncella Espectral había renovado su menú (noticia patrocinada). Durante la copiosa cena (pavo asado, queso, vinos espectaculares, etc…) la compañía intentaba decidir qué hacer al día siguiente. En esas estaban cuando un humo que subía del sótano llamó la atención de Lerioth. Acudieron todos para ver que ¿los hombres rata? habían pegado fuego a la barricada que protegía el acceso desde los túneles hasta su casa. Apagaron el fuego, aunque no vieron a nadie. Luego tuvieron que dar explicaciones al capitán del cuerpo de bomberos del barrio, quienes habían acudido ante los gritos de fuego, aunque cuando llegaron, este ya estaba controlado.
6 de Newsyear
Al día siguiente el grupo de amigos se limitó a comprar algo de equipo en la tienda de Mitoren y volver a la guarida de los hombres rata. Allí sufrieron la emboscada de varios hombres rata temibles, aunque, una vez más, salieron victoriosos. Sin la amenaza de nuevas emboscadas, los aventureros registraron a fondo la guarida encontrando varios cofres repletos de monedas, objetos mágicos, pergaminos y un mapa… un mapa que parecía hablar de algo llamado El Templo del Dios Rata y de unos túneles de cultistas…
El próximo mes, más!